Un oasis de medio de la nada, San Ignacio.

 Un pequeño rincón inexplorado.

A 142 kilómetros al sur de Guerrero Negro, en una fértil cañada se asienta la hermosa comunidad de San Ignacio. El camino de acceso, unos dos kilómetros desde la carretera transpeninsular, permite adentrarse a un curioso paisaje, que realiza un contraste entre la aridez de las sierras, volcanes inactivos y desierto de los alrededores. Un camino cubierto por las sombras de las palmas y una laguna de colores poco comunes son el bello paisaje que culmina con una pequeña plaza adornada por gigantescos árboles de la india. Frente a esta, se alza una majestuosa parroquia de San Ignacio de Loyola, con un estilo barroco; en el lugar llamado por los antiguos indígenas cochimíes "Kadacaamán" que significa "arroyo de carrizal", fue descubierto el 19 de noviembre de 1716 por el padre jesuita Francisco María Piccolo.




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